top PopOUT 2011
1 JOHN MAUS
We must become the pitiless censors of ourselves
Su pasado musical más ilustre le sitúa como teclista ocasional de Animal Collective, protegido de Panda Bear y colaborador de Ariel Pink, pero actualmente reparte su tiempo entre las clases de filosofía política que imparte en la Universidad de Hawai y su carrera como solista de la cual esta auténtica obra maestra es su tercer disco. "We must..." vino precedido de tres estupendos avances en los que nos parecía reconocer a un resucitado Ian Curtis ("And the rain" y "Quantum leap" habrían sido dos coherentes canciones de Joy division en los 80) o al technopop alemán de Peter Schilling (inmensa "Believer"). Pero el resto del disco no sólo no desmerece sino que, a base de melodías ensoñadoras ("Cop killer" o el fiel cover del "Hey Moon" de Molly Nilsson) y la mayor convivencia de sinteizadores que recordamos en mucho tiempo (protagonistas de las excitantes "Streetlight", "Keep pushing on" o "Head for the country" -con descargas y campanas uncluídas-), conforma un disco que a pesar de su enfoque retro huele a clásico. O ya lo es.
2 BON IVER. Bon Iver
Justin Vernon ha conseguido con el segundo disco de su proyecto Bon Iver pasar de la independencia a encabezar las listas de medio mundo y todo ello sin renunciar a sus principios, simplemente multiplicando por infinito las maneras que apuntaba en sus inicios. Sus canciones, a veces casi desnudas ("Skynni love", "Flume", "Michicant") y otras ("Hinnom TX", "Wash", "Lisbon Oh") jugueteando con producciones más vanguardistas, consiguen ponernos siempre la piel de gallina. Incluso hay sitio en esta obra maestra casi espiritual para dos clásicos instantáneos que perfectamente podrían haber sido carne de radiofórmula: "Calgary" y "Holocene". Un disco sin peros que valgan.
La gran promesa de 2010, que puso en boca de todos el post-dubstep, no defrauda con su primer largo repleto de minimalismo electrónico y de silencios, los silencios más bellos que jamas se han escuchado en un disco. Su voz a veces recuerda sospechosamente a la de Antony Hegarty ("Why don't you call me") pero el joven británico no esconde sus influencias (sus mejores canciones no son originales, "The Wilhelm scream" se basa en “Where to Turn" de James Litherland y "Limit to Your Love" es un cover del tema de igual título de Feist), ni falta que le hace rematando con tanta belleza canciones como las citadas, "Unluck" o "Lindesfarne II".
La banda de los franceses Anthony Gonzalez y Nicolás Fromageau continúa su evolución de retroceso electrónico en favor de un sonido más rock-instrumental, consiguiendo su ansiada gran obra épica que a lo largo de sus 22 cortes nos hace revivir el rock sintético de los 80 en una especie de cruce entre Mike Oldfield y Supertramp, que por extraño que parezca funciona. Sólo hay que hacer la prueba y escucharlo de tirón. La primera vez pones cara de poker, pero quieres más... y cuando no te das cuenta estás enamorado de "Midnight city" (¡esas trompetas finales!), los subidones de "Echoes of you" o las emocionantes hasta la lágrima "Wait" y "Another wave from you".
Katie Stelmanis, escelente vocalista cuyo timbre operístico le ha valido comparaciones con Kate Bush, y dos glamurosos coristas han firmado uno de los discos de pop más sobresalientes del año cuyo secreto reside en mezclar con maestría lo clásico con la vanguardía. "Beat and the pulse" fue el gancho, aunque es una canción poco representativa del disco que les sitúa más cerca de Ladytron o Crystal Castles con los que finalmente no tienen tanto que ver, y "Lose it" y "Spellwork" las guindas para engancharnos. Pero en este disco lleno de luz y oscuridad por partes iguales las canciones que realmente brillan son "Villain", "Darken her horse" y "Hate crime". O quizás tú elijas otras, porque aquí no hay fisuras.
Abel Tesfaye, nombre real del cantante canadiense escondido tras The Weeknd, se ha situado al margen de la industria (regala su música a través de su web) y finalmente ha sido reclutado por la misma Lady Gaga para su segundo disco de remezclas. Las armas que ha utilizado para hacer ruido sin contar con el respaldo discográfico son una voz extremadamente comercial que contrasta con un rnb hipnótico que encaja tanto en la curiosa revisión del "Happy house" de Siouxsie And The Banshees como en la trip-hopera "Glass table girls", con la que forma una pieza indivisible, la mística "High for this" o la más soul "What you need". Y esto es sólo la primera parte de una trilogía que ha ido regalando a lo largo del año. Esperamos tener The weeknd para rato porque el rnb de la radiofórmula americana debería sonar así.
El viaje que Stefan Storm y Oskar Gullstrand comenzaron hace años con aquel lejano "Danger!" por fin tiene la primera parada importante con este debut largo que ofrece lo que todos esperábamos: golosinas technopop con trasfondo de amaneceres rosados y mucha magia de sintetizador. Las maravillosas, y ya "viejas conocidas", "Into the clouds", "Magic" y "Nova" entran a formar parte de este pastel, al que se añaden la dulce "Wonders" o las muy psb "Conquest" y "Ruins of Rome", para recordarnos que desde Suecia siguen llegándonos soplos para el corazón. Bon voyage!
El polifacético Dan Bejar (también en New Pornographers) ha vuelto a poner de moda los saxos (porque lo de la música disco rumana no es una moda, es un castigo), con los que adorna todos los cortes de este áibum elegante y conciso que hará las delicias de los amantes de los discos de los 80 de Prefab sprout o Roxy music, a los que evocan canciones como "Kaputt", "Chinatown", "Suicide demo for Kara Walker" o "Savage night at The Opera" (y sus adorables "Pararan van van vurarara")
El dúo de San Francisco liderado por Christipher Owens, consiguen enamorarnos de nuevo con esta colección de canciones que huelen a pop-rock del de toda la vida (¡esas guitarras de "Die"!) pero con una factura impecable que hace que canciones densas y tristes como "Vomit", "Just a song" o "Forgiveness" resulten más que atractivas. Y si nos mata tanta tristeza también hay hueco en "Father, Son, Holy Ghost" para los redentores medios tiempos (""Saying I love you", "Magic") o la frescura de "Honey Bunny" (el nuevo "Lust for life") encargado de la apertura.
Polly Jean consiguió con su décimo disco ser la primera artista en ganar el Mercury Prize en dos ocasiones (su primera vez fue con "Stories from the city, Stories from the sea"(2000)), y la hazaña era más que merecida a pesar de contar con James Blake, Adele o Anna Calvi como rivales. Y es que este delicioso disco es la consagración de su nueva faceta más intimista, iniciada con "White Chalk"(2007) pero aquí más luminosa, y que parece alejarle definitivamente de las guitarras furiosas de su primera época, a pesar de seguir contando con sus apoyos de siempre: John Parish, Mick Harvey y Flood.
Ernest Greene se pone a la cabeza del pelotón de artistas que facturan música artesanal de dormitorio con este brillante debut que forman nueve canciones perfectas y ensoñadoras donde las grandes melodías fluyen arropadas por esponjosos sintetizadores. "Amor fati" (la más rotunda de la colección) es el punto álgido, pero los sosegados singles previos a la presentación del disco ("You and I", "Echoes" y "Eyes be closed") son también desde ya pequeños himnos del synthpop. Un género muy prólífico en los últimos tiempos en el que es dificil destacar. Pero Washed out lo consigue.
El tercer disco de la banda britáica liderada por Hayden Thorpe, y su característico falsete cargado de gorgoritos, es su disco más sugestivo y bello con momentos de delicadeza infinita como los acertadísimos singles "Albatross" y "Bed of nails" (con Hayden haciendo sorprendentes graves en las estrofas), los pianos de "Lion¡s share" o la adictiva "Loop the loop". Una alternativa sobresaliente a la música de Antony Hegarty.
Bradford Cox sigue intercalando los discos de Deerhunter con los de este proyecto solista, y lo sorpendente es que con cada disco se supera en ambos rumbos. En este tercer disco de Atlas sound (si mantenemos al margen los cuatro volúmenes de sus imperdibles grabaciones caseras, "Bedroom Databank") vuelve a predominar ese pop fragil y melancólico capaz de ablandar al corazón más duro. La de Brandon es ya una de las voces consagradas de los últimos tiempos y en "Te amo", "Parallax" o "The shakes" se apodera de las delicadas melodías y arreglos que quedan en segundo plano.
La banda neoyorkina repite fórmula con su segundo disco y la produciión de Alan Moulder y Flood a penas hace notar un cambio en su forma de hacer canciones que en este segundo disco vuelven a ser perfectas. Quizá el resultado no sea tan deslumbrante como el del disco debut o simplemente el impacto sea menor al perder el factor sorpresa. Pero cortes como "Heart in your heartbreak", "Belong", "The body" o "My terrible friend" vuelven a hacernos muy felices y nos confirman que estos chicos no son incapaces de hacer una mala canción.
Los franceses Yelle intentaron dar un paso adelante con un sonido (y un look) de safari futurista y, aunque a eso suena el acertadísimo tema central, lo que este segundo disco de Julie Budet y sus chicos encierra es una colección de golosinas electroclash en la línea de su debut que engrosan el listado de hits para el que seguir saltando en sus conciertos o en las discotecas. Vamos, que "Que veux-tú?", "Comme un enfant", "J'ai bu" o "S'eteint le soleil" no sorprenden pero suponen una dignísima sucesión de "Pop up"(2007) y mantienen a Yelle como los más modernos de su clase.
Tras el fallido "Down there"(2010) de su compañero en Animal collective Avey Tare y el altísimo listón de "Person Pitch"(2007), este cuarto disco del proyecto en solitario de Noah Lennox estaba en el punto de mira, pero él si supera con nota la prueba de fuego a pesar del shock inicial con el cambio de registro que le lleva a firmar piezas menos densas y psicodelícas y más luminosas o ambientales. La brillante colección de singles que han salido del disco, "Tomboy", "You can count on me", "Last Night at the Jetty" o "Surfer's Hymn", son las mejores muestras del Panda bear de 2011. Veremos con qué nos sorprende la próxima vez.
Los islandeses han protagonizado uno de los regresos más celebrados del año, y es que este disco les sitúa al nivel de calidad de sus obras más aclamadas en los 90. El llenapistas "Over" es desde ya un clásico en su discografía. Pero la enorme "Within you", que cantada por Horace Andy brillaría en un disco de Massive attack, la bailable "Arabian horse" o las más oscuras "Deep inside" o "Changes come" certifican que tenemos GusGus para rato.
Con "So this is goodbye"(2006) el dúo canadiense dijo adiós a los hits inmediatos, pero siguen firmando discos impecables de soul electrónico en los que la producción sigue siendo tan perfecta que nos "obliga" a adentrarnos una y otra vez en los cuidados escondites de todas las piezas provocando que el rechazo inicial se torne en obsesión. De esta menra "Itchy fingers", la introspectiva "Playtime" o "You'll improve me" acaban sonando una y otra vez en nuestra cabeza, sin que queramos que salgan. Y encima colocan "Banan ripple", el single potencial del disco, como pista final y la alargan hasta los nueve minutos. Está claro que no buscan ser masivos.
Los australianos vivieron su momento de gloria con "In ghost colours"(2008) y los avances de este tercer disco nos llenaron de pesimismo por su tono retropop. Aliviados quedamos al escuchar el disco al completo y comprabar que incluso "Take me over" y "Where I'm going" funcionan rodeados de pistas más bailables como "Corner of the sky", "Solid gold" o "Blink and you'll missing a revolution" y hasta medios tiempos como la gloriosa "Need you now" o "Hanging onto every heartbeat" que nos hace recordar a bandas de rock blandito de los 80 como Yes o Toto.
El cuarteto londinense se pasó más de un año sacando deliciosos singles como "Come on over" o "Found love in graveyard" hasta que por fin la gran "Bad feeling" vino acompañada del lanzamiento de este delicioso debut que poco tiene que ver con el pop británico actual y se acerca más al pop-rock de los cincuenta. No han descubierto nada nuevo, pero sus canciones encierran una extraña oscuridad que, curiosamente, deslumbra.
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La propia Adele no podía ni imaginarse lo que iba a suceder con su segundo disco en este 2011. Y es que en un panorama en el que para vender discos parecía que lo único útil era llamar la atención, el triunfo masivo de "Rolling in the deep", "Someone like you" o "Set fire to the rain" (tres clásicos instantáneos) es el triunfo de la sencillez, y (por una vez) una voz virtuosa va acompañada de grandes canciones y poca parafernalia para que simplemente disfrutemos. Además el disco no se acaba en estos tres pelotazos. El soul de "Rumour has it" o "He won't go", el toque Bowie de "I'll be waiting" y hasta el atrevido cover del "Love song" de The Cure (que eso si, no supera al original) son un relleno más que digno.
La llamativa portada y los cuidados videoclips animados que han arropado cada uno de los singles de este disco son sólo el delicioso envoltorio de esta maravilla inclasificable por la cantidad de matices y atmósferas que crean sus canciones. Quizá sea la poderosa y dulce voz de Catherine McCandless lo que más nos haya conquistado, que (junto a la producción synth pop obra de Dan Lissvik) nos hace pensar en los mejores Stars cuando escuchamos las irresistibles "We have everything", "Blown minded" o "Cover your tracks".
Nuestro Patrick crece. Ya no es el joven perdido y atormentado que nos encandiló la década pasada y su nueva manera más alegre de afrontar la vida se refleja en su música, faltaría más. El problema para sus fans es que sus canciones, aunque siguen siendo estupendas ("Time of my life", "The city", "House" o "The Falcons" son singles redondos), ya no nos emocionan tanto, quizás porque la angustía que desprendía antaño es lo que buscamos en su música. Menos mal que "Together" si nos hace recordar sus años dorados y mantiene nuestra esperanza en que acabe firmando una obra maestra absoluta sin que por eso tenga que sentirse desgraciado.
El segundo disco de los de Seattle vuelve a situarles al margen de cualquier moda porque sus bazas son las armonías vocales acompañadas de guitarras acústicas, flautas o pianos y sus hazañas volver a conmovernos con las envolventes melodias espirituales de "Grown ocean" o "The Shrine/An Argument", que para acabar de enamorarnos acompañan con deliciosos videoclips.
tUnE-yArDs, el proyecto de Merrill Garbus, ha conseguido gracias al poderoso soul tribal de vanguardia de canciones como "Bizness" o "Gangsta" (a cuyo éxito también han colaborado sus llamativos videoclips), que este segundo disco "w h o k i l l", festivo y jovial, sea uno de los más interesantes e imaginativos del año.
Tras sus últimos aciertos con "Walls"(2007) y Moderat (el proyecto que compartió con Modeselektor), Sascha Ring da un giro a su música y abandona la pista de baile para adentrarse en un sonido más electro-dreampop que le ha valido comparaciones con la carrera en solitario de Thom Yorke o los Sigur Ros más electrónicos. Lo importante es que en este disco hay grandes momentos y el trío de ases formado por "Song of Los", "Candil de la Calle" y "Black water" se sitúa ya entre lo mejor de su amplio curriculum.
Con apenas 21 años, este neoyorquino de origen chileno ha provocado una pequeña revolución en la nueva electrónica con este disco debut que es una extraña mezcla de jazz y house en la que tienen cabida toda clase de ideas y sonidos (los acuáticos tiene un especial protagonismo). "Keep there" es la pieza más hipnótica y brillante, pero también destacamos el dubstep de "I got a woman" y la electrónica con ecos de "Space is only noise if you can see". Ha nacido una estrella.
El trío liderado por Joseph Mount da un giro a su música prescindiendo en gran medida de la elctrónica que protagonizaba sus anteriores entregas en favor de una producción más pop pero esquisitamente instrumentada. En nuestra opinión el cambio ha sido para bien, ya que sus anteriores trabajos no contenían temazos tan redondos como "The bay" y "The look" (dos hitazos), la guitarrera "She wants", o la sutil "Corinne" y sus deliciosos detalles.
Este dúo canadiense han firmado uno de los grandes debuts del año en el que destaca sobre todo la sorprendente vocalista Sarah Ruba a la que secunda su marido Adán Pavao en una colección de canciones de corte electrónico minimalista impecable que podrían emparentarles con otras parejas míticas en el género como Yazoo. "Nap on the bow" y "The ballad" sonarían perfectas en una pista vacía con la disco-ball dando vueltas.
Está claro que Chaz Bundick no quería que el éxito de su debut "Causer of this"(2010) dejara a Toro y moi en un simple hype, así que pocos meses después publica este segundo asalto en el que se desprende de samplers y utiliza una banda de carne y hueso para otorgar a su música un sonido más orgánico. Como resultado vuelve a entregarnos varios hits ("New beat" y "Still sound" son dos trallazos funky imposibles de no-bailar) y un nuevo enfoque general retro-vanguardista más próximo a Stereolab y que deslumbra en "Good hold"(precioso el momento "burbuja"), "Before I'm done" o "Go with you".
El proyecto de Ishmael “Butterfly” Butler (fundador de Digable Planet) entra por la puerta grande del hip hop experimental con este sólido trabajo, que da continuidad a dos ePs previos, en el que hipnóticos beats y una fluida lírica poética van creando atmósferas asfixiantes que nos recuerdan a los tiempos dorados de Tricky pero con un magnetismo todavía más inquietante. Un disco complejo e impredecible en el que puede que cueste entrar. Prueba con "An echo from the hosts that profess infinitum". Seguro que caes en sus redes.
Tras protagonizar uno de los hypes de 2009 en la blogosfera con su debut homónimo el cuarteto de New Jersey, liderado por el cantante y guitarrista Martin Courney, tenía que convencernos con su segundo largo y lo consiguen gracias a canciones alegres, sencillas y directas que enamoran a la primera escucha y que evocan al verano y el buen tiempo. "It's real" (y su pegadizo "oh ohoh ohoh ohoh ohoh"), "Easy" y "All the same" (poniendo punto final) son nuestros cortes favoritos.
Ryan William Linch, conocido por haber sido guitarrista de Girls, firma junto a Hannah Hunt (haciendo los coros) uno de los discos más frescos y divertidos del año con canciones básicas y directas compuestas de pegadizas melodías arropadas con sencillos acompañamientos de cajas de ritmos, guitarras y teclados, fórmula que usaban muchas bandas en los 80. Es por eso que su música nos hace revivir los años dorados del pop y del color en los que triunfaban bandas como Aztec Camera o Prefab Sprout. "Where we trip the light", "Hope of love" o "Take a bow" son una agradable invitación a la fiesta y el buen rollo.
La gran apuesta de Labrador para este 2011 ha sido este nuevo proyecto del polifacético Johan Angergård, que en esta ocasión junto a Henrik Mårtensson firma un disco de pop electrónico cuyos temas habrían encajado a la perfección en el "Facts and figures"(2006) de The Legends. Quizás menos accesible que áquel, pero todavía con un buen puñado de singles pegadizos como "Humdrum" o, sobre todo, "Come rain come sunshine".
El polifacético Alan Palomino vuelve a dar en el clavo con el segundo disco de Neon Indian, su proyecto con más repercusión, para el que ha conseguido un sonido más pulido pero continuista estilísticamente, ya que vuelve a valerse de una electrónica a medio camino entre el chillwave y la pista de baile y que juguetea con arreglos de computadora. "Polish girl" es, sin duda, su momento cumbre. Pero también destacan el dream pop de "Fallout"(que fue el primer avance) y las inmediatas "Hex girlfriend" y "The Blindside Kiss".
Los sonidos psicodélicos de noise pop y las recuperadas influencias de bandas como Pavement, Dinosaur Jr o Teenage Fanclub han tenido uno de sus máximos exponentes en el disco debut de este grupo británico de guitarras incisivas con las que defienden canciones de amor juvenil. Del ruidismo distorsionado de "Rubber" a la vitalista y veraniega "Georgia" en este disco homónimo que ha contado con la ayuda de Alan Moulder se recupera y se revitaliza el espíritu indie de los 90. Y a nosotros nos sienta muy bien.
Tras el estupendo "In rainbows"(2007), con el que volvían a callar bocas de los que decían que estaban acabados, Thom Yorke y los suyos vuelven con este breve y difuso "The king of limbs" que les sitúa, junto a "Hail to the thief" en el escalón más bajo de su discografía. Esto no es un drama, sobretodo si encontramos joyas como "Codex" y "Lotus flower", pero esperemos que la próxima vez estén más inispirados.
La artista sueca se consagra con este segundo disco como una de las artistas más originales e interesantes del panorama gracias a haber sabido mantener el equilibrio perfecto entre comercialidad e independencia que le han llevado a firmar canciones valientes (por sus arriegadas producciones que coquetean con la electrónica y los ritmos tribales), evocadoras y accesibles. Bjorn Ytling, de Peter, Bjorn and John, ha colaborado en dar forma a este trabajo que brilla gracias a pelotazos como "I follow rivers", "Love out of lust" o "Get some".
El décimo álbum de la simpar compositora inglesa llega, tras un silencio de 6 años, justo en el momento en el que Austra (cuya vocalista Katie Stelmanis nos hace recordar los tiempos de "Wuthering Heights") y "Director's cut"(el álbum de revisiones de sus discos "The Sensual World"(1989) y "The Red Shoes"(2003) que también publicó este año) la habían colocado de nuevo en el candelero. "50 words for snow" cuenta con siete cortes que sirven de telón de fondo para un paisaje nevado y en los que Kate vuelve a hechizarnos con su sensibilidad de porcelana arropada por colaboradores estelares como Elton John, el actor Stephen Fry y el guitarrista Andy Fairweather Low.
Pat Grossi se formó como cantante en el coro de la iglesia de Philadelphia, y se nota en el tono celestial de su voz potenciado con arreglos de arpas. Pero la genialidad de su debut como Active child reside en esa mezcla divina con la oscuridad que desprenden sus letras y que le confiere el toque pop que le aleja del new age para acercarle a los temas más épicos de Tears for fears. El objetivo de evitar sonar a coro se consigue sobre todo con la angustiosa "Hanging on" y la emocional “Playing house". Buen y original debut.
Cuatro años después del extraño pero atractivo "Mirrored", Battles lanzan su segundo disco supliendo la marcha de su peculiar vocalista Tyondai Braxton por cuatro vocalistas invitados que convierten este "Glass drop" en un trabajo más accesible que su debut. Matias Aguayo es el intérprete del gran hit del disco "Ice cream", seguido muy de cerca por "My machines" que cuenta con el mítico Gary Numan. Kazu Makino, de Blonde Redhead, está correcta en "Sweetie & Shag" y Yamataka Eye pone el toque más salvaje en "Sundome". El resto de cortes van dando consistencia al complejo engranaje rítmo al que nos van acostumbrando estos chicos, y que de nuevo conquista.
El caso de Summer camp nos recuerda algo al de Chew lips. Y es que salvo por el trasfondo, aqui más pop y sin uso de electrónica, ambas bandas nos hacen pensar en las series y películas juveniles de los 80 y en la voz de una joven Sharleen Spitery. Pero en este caso no hay la más mínima intención de avanzar en el tiempo ni en usar las nuevas tecnologías y “Better off without you”, “I want you” o “Down” son tan disfrutables tal cual que dan ganas de bailarlas para siempre sin necesidad de "regresar al futuro".
El dúo formado por Madeline Follin y Brian Oblivion ha sido otro de los beneficiados por la nueva corriente de difusión "blogosférica" que consiste en ir colgando canciones en la red y que estas corran como la pólvora de blog en blog. Pero, claro, esto sólo puede suceder si hay material que lo merezca, y con Cults la expectación iba creciendo por momentos al ritmo que los deliciosos singles se iban sucediendo. "Go outside", "Oh my God", "You know what I mean" y "Abducted" son las mejores muestras de su revisión del pop de antaño con dosis de soul, r&b y rock&roll.
El trío de Minnesota celebraba este año su mayoría de edad con este noveno disco de estudio que, tras haber descargado furia en la segunda entrega de Retribution Gospel Choir, recupera parte de la magia de "The great destroyer"(2005) en cortes sosegados (puede que también haya influido grabar el disco en la iglesia de Duluth) como la impresionante nana espacial "Try to sleep" o el magnetismo casi espiritual de "You see everything". Una vez más, soberbios.
Tras su prometedor eP "Colour your life", este quinteto de Brooklyn nos entrega en su primer largo una colección de canciones continuistas con un estilo dream-pop sosegado que prescinde de estribillos pero que consigue momentos de gran pegada como "Bad street" (con el que se te mueven los pies sin remedio, y por extensión todo el cuerpo), la alegre "Saturday Sunday" (con sonido nipón) o la misteriosa "Kimmi in a rice field" que nos recuerda a la Julee Cruise de "Falling".
El dúo musical y sentimental compuesto por el matrimonio Moore-Riley comenzaron a crear música cuando un buen día decidieron comprar un barco y navegar sin destino escuchando clásicos del pop. Este origen tan romántico y libre originó un eP del que algunas canciones se han recuperado para formar parte de este debut largo inspirado en las voces femeninas de pop de los años 60. Deliciosas "Take me somewhere", "South Carolina" o "Marathon". Que dure el amor.
Tras sorprender con su aclamado cambio de rumbo en "Primary colours"(2009), la banda inglesa vuelve a mutar y en este año (en el que también su vocalista ha coqueteado con los 60s en su notable debut como Cat's eyes) miran hacia el pop que en los 80 firmaban bandas como Psychedelic Furs o Simple Minds, e inlcuso a los primeros Suede. El resultado vuelve a funcionar y nos deja unas cuantas canciones sobresalientes como "Still life"(y sus maravillosos y pegadizos teclados), "Changing the rain" y "Dive in". Veremos con qué nos sorprenden la próxima vez.
La banda de Brooklyn quizás tocó techo con "Dear science"(2008), pero la difícil papeleta de suceder a aquella obra maestra no deja mal sabor de boca, que no es poco. De hecho "Will do", canción que sirvió de presentación, es una especie de balada electrónica muy lograda y su linea más densa predomina a lo largo del disco con pocas concesiones al sonido más funky de antaño, que a penas hace acto de presencia en la más movida "New Cannonball blues".
La banda de Baltimore firma en su tercera entrega su disco más calmado hasta la fecha en el que la personal voz de Samuel Herring irrumpe sobre bases synth-pop, de las que se encarga Gerrit Welmers, consiguiendo una mezcla especialmente lograda en "Balance", "Before the bridge" y "Close to none" (a la que le cuesta entrar, pero que explota y engancha). Su marcada personalidad les hace ganar puntos y credibilidad a cada paso.
Apenas un año después de su exitoso debut homónimo el joven trío neoyorquino ya lanzó este segundo disco que viene a confirmar que las buenas canciones de pop clásico les salen como churros y sin casi esfuerzo. Así que ¿para qué cambiar la fórmula? Por lo menos en la forma, porque lo que si cambía es el fondo ya que han dejado atrás las temáticas de surf y verano como consecuencia de mudarse al East Village. Aunque el resultado resulte por tanto algo más pesado, lo cierto es que la fórmula todavía no está exprimida del todo y este año hemos bailado de lo lindo al ritmo de "Money", "Days" o "What you were".
Dos años después de su debut, la banda indie-rock de Illinois conserva sus influencias del glam y el Brit Pop, pero bastante más pulido en este segundo largo en el que no hay restos de lo-fi y todo está perfectamente rematado. Como muestra "Weekend", "All die young" o "Still new", canciones que suenan a clásicos y con estructuras y melodías casi perfectas. Buen disco.
Después de un disco tan aclamado como el conceptual "Hospice"(2009), la banda de Peter Silberman afrontó su cuarto largo restando protagonismo a las guitarras para dárselo a unas atmósferas electrónicas en la linea de los Radiohead menos experimentales. El resultado, sin ser tan impactante como su predecesor, es un digno paso adelante de una banda que tras firmar su cumbre creativa todavía pueden darnos muchas alegrías, como la brillante "I don't want love".
El dúo de Akron firma con este séptimo disco su trabajo más marchoso y optimista hasta la fecha, cargado de pegadizos hits adornados con coros femeninos ("Lonely boy", "Dead and Gone" o "Gold on the ceiling") pero con pequeñas concesiones a otros registros, con la calmada "Little Black Submarine" o las bailables "Run right back" y "Sister". Sin duda, la banda más puntera del nuevo "rock and blues".
El propio Zach Condon avisaba al anunciar la salida de este disco que sus nuevas canciones serían alegres, porque es lo que le sale cuando está "hasta el cuello en la nieve durante tres meses". Lo cierto es que triste o alegre su música, como la de Merritt, es siempre efectiva, pero es verdad que el tono jovial de "Santa Fe", "A candle's fire" o "East Harlem", siempre deliciosamente instrumentadas, nos endulzan el alma.
El quinto disco del artista californiano llegó en su año más prolífico (a final de ño lanzó el sexto "Humor Risl") y pasará a su curriculum sobre todo por contener la deliciosa "County line", una auténtica maravilla de la que poco importa su enorme parecido con "I'm not inlove" de 10cc. Pero sería injusto despreciar otras piezas como "Buried alive" o "Saturday song" que no defraudarán a los enamorados de la asfixiante tristeza que desprende su música.
El tercer largo de Annie Clark le consolida como una de las compositoras más convincentes de los últimos tiempos que mezcla con gran tino cierto clasicismo con influencias del pop independiente, quizá impregnadas por sus colaboradores McKenzie Smith de Midlake o Daniel Hart de The Polyphonic Spree. En este trabajo además hay un sorprendente protagonismo de las guitarras eléctricas cuyos riffs enriquecen a canciones como "Cruel", "Northern lights" o "Chloe in the afternoon", simplemente perfectas.
En un año en el que las listas de éxitos han estado dominadas por mujeres sorprende que la que más nos ha gustado sea la "ya veterana" Britney, que vuelve a firmar un disco la mar de entretenido en el que el batiburrillo de cosas pasadas de moda mezcladas con su voz de pitufa y defendidas por su personaje extravagante simplemente nos encantan. "Till the world ends", "Hold it against me", "I wanna go", "Inside out", "Trip to your heart" o "Big fat bass" no son temazos pero cuando suenan en los bares o en nuestros iPods nos dibujan una sonrisa y nos ponen las pilas. No es poco.
Jamie Woon vendría a ser al dubstep la versión mainstream de James Blake, y es que la música de "Mirrorwriting" sin renunciar a la calidad es apta para todos los públicos y, como pasa con muchos de los temas de The Weeknd, canciones como "Lady luck" o "Night air" deberían haber ocupado los puestos más altos de las listas de r&b en este 2011. Buen debut y artista a tener en cuenta.
Del punk-funk de los inicios de The rapture (¡esa sintonía de "Misfits"!) poco queda en este nuevo disco de la banda quizás consecuencia de la salida del bajista Matty Safer, o simplemente del paso de los años. Ahora su música es más pausada (la inicial "Sail away" lo deja claro) pero todavía cuentan con suficientes armas (el chorro de voz de Luke Jenner es infalible) para hacernos bailar e inluco votar. Si no probad con "How deep is your love?", sin duda uno de los grandes pelotazos del año.
Trevor Powers es un joven de apenas 20 años que ha creado desde "su habitación" un estupendo debut con trasfondo lo-fi (por obligación no por imposición) pero con esencia mucho más rica gracias a los logrados riffs o pianos mezclados con sutil electrónica que acompañan preciosas canciones como "Afternoon" o "Bobby". Con más medios puede ser muy grande.
El matrimonio de San Francisco formado por Indra Dunis y Aaron Coyes han creado con este "936" un disco tremendamente hipnótico en el que estilos tan dispares como el folk, el dub o el new age se funden en una espiral de sensaciones que evocan a la luz y a la naturaleza. La dulce voz de Indra es el contrapunto más pop y las guitarras de Aaron consiguen el toque psicodélico global, perturbado por místicos teclados. Y "All the sun that shines" es el himno "hippy-futurista" del año.
Parece que Johan Angergård tenía claro que quería que todos sus proyectos musicales quedaran bien diferenciados entre si. Así que, tras el paso al pop tribal de Club 8, el camino del pop endulzado de melodías amables y arreglos sixties queda en manos de estos "reyes del acid house" que vuelven a firmar adorables canciones para bailar y entonar sonrientes y dando palmas. Las más efectivas en esta ocasión: "Would you say stop", "Are we lovers or are we friends" y "Under water".
Las hermanas Kaplan, antes conocidas como Pearl Harbor, debutan como Puro Instinct con este extraño "Headbangers in ecstasy" que nos remite, escuchando el que fue primer avance "Stilyagi" o "Silky eyes", a Fleetwood mac (por la semejanza vocal entre Piper y Stevie Nicks) pero que en realidad está más próximo a la psicodelia sintética de su compañero de sello y colaborador Ariel Pink. En este terreno se mueven y se disfrutan "Everybody's sick", "Escape forever" o "California shakedown".
Erika M. Anderson, la cantante del proyecto Growns, se lanza en solitario con este disco que le sitúa como alumna aventajada de PJ Harvey. "California" (su canción más lograda), "Marked" o "Grey ship" están cargadas de crudeza folkie y están salpicadas por momentos más ruidistas como "Milkman" o "Butterfly knife", en las que la artista se desmelena.
Además de colaborar con M83, la artista ruso-americana Nika Roza Danilova nos ha regalado este año su tercer largo que ponía relevo al aclamado "Stridulum II"(2010). El sonido industrial y dramático vuelve a ser protagonista, pero en esta ocasión encontramos canciones más cercanas al pop como "Vessel" o "Avalanche", que derrochan fuerza y nos hacen pensar en un futuro más accesible de su música para el gran público. Mientras siga manteniendo el nivel, la cosa va bien.
El proyecto musical del británico Aaron Jerome mezcla con elegancia electrónica y soul firmando (con las aportaciones vocales de Yukimi Nagano de Little Dragon, Sampha, Roses Gabor y Jessie Ware) llenapistas tan rotundos como "Pharaohs" o mediostiempos como "Wikdfire" o "Hold on" que le sitúan entre lo mejor del dubstep de 2011.
"1 2 3 4" la lanzó al estrellato, pero parece que Feist quiere huír del éxito masivo. Sólo así se entiende que haya optado por no repetir la fórmula y seguir un camino nada comercial, guiado por el corazón, con el que ha compuesto esta colección de canciones de blues melancólico adornado de sutiles matices. Comercialmente hablando ha sido un "suicidio", pero sus seguidores disfrutaremos de lo lindo con la belleza de "How come you never go there" o "The bad in each other". Aunque seamos menos.
La banda liderada por Jeff Tweedy y el bajista John Stirratt se ha convertido en una de las más respetadas del planeta tras no defraudar ni una sola vez disco tras disco desde sus inicios en 1994. Y en este noveno tampoco lo hacen, y su fórmula de mezclar estilos alrededor del pop y el rock con guiños actuales vuelve a resultar fresca y divertida, que a estas alturas ya es mucho pedir.
El cantautor de Philadelphia entrega con su cuarto disco su obra más completa hasta la fecha. Su forma de cantar puede recordarnos a gigantes del rock como Dylan, pero su mayor accesibilidad pop quizás le situe más próximo a Tom Petty. Comparaciones aparte, canciones universales como "Baby's arms" o "Jesus fever" gustarán a los amantes del pop-rock clásico y de la música en general.
El tercer disco de Bill Callahan, al margen de Smog, es un retrato conceptual de la Norteamérica actual musicado con un tono más rockero que el de los discos anteriores. Un disco honesto pero de dificil digestión al que hace falta entrar poco a poco, pero que merece mucho la pena. Y de eso te das cuenta con el primer corte, la brillante "Drover". Un diamante en bruto.
Vuelve el spaghetti disco (otra vez). Si Sally Shapiro o Cloetta Paris ponían de moda de nuevo el genero discotequero italiano de los 8o en su vertiente más pop Joel Ford y Daniel Lopatin (antes Games y Daniel también inmerso en el aclamado proyecto synth-drone Oneohtrix Point Never) reivindican en este disco el lado más electrónico de aquel género horterilla pero divertidísimo y le sacan jugo en 14 temas. Algunos simples travesuras y otros canciones bastante resultonas, como "Emergency room", "World of regret", "The voices" o "I surrender", con voz de Autre Ne Veut.
El productor de New Jersey Dayve Hawk no ha conseguido superar el listón de su estupendo "Seek magic"(2009) pero repite fórmula mezclando electrónica con indiepop y en su paso calmado hacia un disco realmente grande todavía no puede hablarse de tropiezo escuchando temazos como "Wait in the dark" o la acelerada "Today is our life". El día que sus canciones queden tan bien rematadas como el artwork de este disco (que es precioso) nos rendiremos a sus pies.
La misión de esta joven artista inglesa parece ser llevar el dubstep a las masas, y al menos en su país (donde es superventas) lo ha conseguido. Armas no le faltan, ya que este disco debut está cargado de singles potenciales como "Broken record", "Katy on a mision", "Easy please me" o dos grandes colaboraciones, "Lights on"(junto a Miss Dynamite) y "Perfect stranger"(con Magnetic man). Ojalá las discográficas tomen nota y apuesten por artistas como ella, clara muestra de que el éxito no siempre está reñido con la falta de ideas.
El éxito de "Blind" nos hizo pensar que esta banda no pasarían del "one hit wonder", pero con este nuevo disco demuestran su eclecticismo y su dominio y capacidad de reciclaje de la musica disco de principios de los noventa. "My house", "Step up" (con Kele Okereke) y "Visitor" consiguen que retomemos los pasos de baile que usábamos cuando sonaba "Pump up the jam", "Falling" y "Painted eyes" (con sus deliciosos violines) habrían sido perfectas para un disco de M People y "I can't wait" nos recuerda a Beats international. La versión del "It's alright" de Pet shop boys, ya es más prescindible, pero se lo perdonamos.
El californiano David Smith, forma parte de la nueva escena de L.A. de artistas que mezclan sintetizadores que emulan los casiotone de los 80 con melodías repetitivas, creando atmósferas de luces de neón y máquinas de humo. Canciones como la infecciosa "Thunderbolts of love" o "She's got the right" suenan a maquetas de los Pet shop boys más susurrantes y las adorables "Cassie" y "I wanna take you out" nos invitan a ponernos hombreras y cardados. Este David es un "molón".
El quinto disco del grupo británico está lejos de ser un mal disco pero, quizás conscientes de haber exprimido en exceso la fórmula de technopop oscuro con misticismo nipón, aquí relajan su fórmula creando ambientes más cinematográficos (incluso estéticamente, por fin les vemos despojados de sus trajes negros). El resultado no es decepcionante, "White elephant" es deliciosa y "Mirage", "Ace Of Hz" o "Melting Ice" no están nada mal, pero se echan en falta el par de pelotazos que nunca faltaban en sus discos.
Tras el éxito masivo de su debut "Lungs"(2008) Florence Welch tenía que dar el tipo con su segundo disco y tras escuchar este "Ceremonials" queda claro que la artista británica iba a por todas y no buscaba pasar desapercibida, pues es este un disco cargado de excesos instrumentales (arpas, violines, órganos, pianos y coros superpuestos se van mezclando sin descanso) que crean ambientaciones clásicas, casi medievales, que nos hacen pensar en una Joanna Newsom en versión popular. Quizás no encontremos un "Dog days are over", pero en general la prueba está más que superada.
La artista islandesa no nos ha dado muchas alegrías en los últimos años pero por fin parecía que este disco envuelto como una extraña aplicación para iPad iba a ofrecernos algó más que un entretenimiento visual, ya que "Crystaline", su primer avance, sonaba a la Björk de antaño. Y en cierto modo, hay momentos como "Thunderbolt" o "Moon" que nos muestran a la Björk más centrada en mucho tiempo, pero el resultado conjunto del disco se aleja de la cercanía casi pop de sus primeros discos y acaba resultando de dificil digestión. Nos quedaremos con lo bueno, aunque sea en pequeñas dosis, y habrá que ir asumiendo que quizá Björk no vuelva a firmar una obra maestra.
El proyecto de Wesley Eisold vuelve en su segundo disco a mezclar oscuridad con bases electrónicas aunque éstas pierdan aquí bastante protagonismo (salvo en las estupendas "Confetti" y "Icons of summer"). Lo que si predonminan son las guitarras aceleradas que se funden con ese romanticísmo casi siniestro tan "The cure" muy logrado en los singles "The great pains is dead" y "Villains of the moon".
Este cuarto disco del cuarteto de Austin nos muestra a una banda más madura y relajada con un sonido que mantiene su raíz sureña pero esta vez más cercanos al folk y los sonidos "americana". Pelotazos como "Drug" o la deliciosa "Street joy" dejan claro que, por esta vez, los texanos prefieren adentrarse en la psicodelia sixty y dejar las guitarras furiosas para, quizás, próximos trabajos.
El dúo de Brooklyn debuta por la puerta grande con un disco sin respiro en el que se van sucediendo canciones con ambición de llenapistas. Los singles y remixes previos apuntaban maneras, pero escuchando (y bailando) "Wait and see", "Do it again" o "Hold my breath" podemos confirmar que el objetivo está más que cumplido. Holy Ghost! no pueden faltar en ninguna fiesta.
Uno de los discos más esperados del año, por sus continuos retrasos, ha sido el de este dúo británico de technopop que single a single nos ha ido conquistando a base de melodías pegadizas, estribillos resultones y una producción que entusiasmará a los seguidores de Hurts y los Depeche mode más blanditos. "The Phoenix alive", "Love get out of my way" o "I won´t let go" son tres singles con la fuerza suficiente para que el disco se encuentre entre lo más destacado del año.
El londinense Max McElligott por fin publicó este año su primer álbum en el que recupera "The King and All of His Men", canción con la que se dio a conocer en 2009 y que recupera para su puesta de largo y acompaña de una buena colección de temas de pop con falsetes y sintetizadores como protagonistas principales en los que ha contado con la ayuda del siempre eficiente Dave Fridmann en la producción.
Tras varios años de singles que llegaban a la blogosfera con cuentagotas, Anita Blay por fin daba el gran paso de su carrera publicando este primer largo en el que definitivamente se decantaba por un sonido más pop que el de sus primeros singles (como aquel salvaje y electrónico "I'm not sorry", no recuperado para su puesta de largo). Precisamente son los cortes con tono más clásico los que más destacan en el disco, lejos de lo que pudiéramos imaginar a priori. En este grupo metemos a "Hold On To Your Misery", "CocknBullKid", "Asthma Attack" o "Eyes be closed", todas con referencias claras al pop sesentero.
El tercer disco de este divertido sexteto de Brighton vuelve a ser un collage de gran variedad de sonidos y colores en el que lo mismo te encuentras un hitazo contundente y salvaje como "T.O.R.N.A.D.O.", unos estupedos acordes de viento adornando la rapeada "Back like 8 track", un poco de funk en "The running range", pop nipón en "Yosemite theme", o pop universal en la deliciosa "Buy nothing day" en la que cuentan con la colaboración de Bethany Cosentino. Todo rematado con acierto y mucha frescura.
El miedo escénico y a la fama de la vocalista de Sally Shapiro parecen haber sido los motivos de que, tras los estupendos "Disco Romance"(2006) y "My guilty pleasure"(2009), Johan Agebjörn haya optado por relevar a Sally Shapiro a una más entre las vocalistas invitadas en este disco que vuelve a ser una reivindicación del italodisco, con resultados dispares pero todavía con capacidad de sorprender y de darnos alegrías como las de "The last day of summer", con la futura estrella Queen of hearts, o el tono "historia interminable" de "Watch the world go by", con Lake Heartbeat.
Tras el recopilatorio "Gay singles"(2010) el peculiar proyecto de rock and roll de Seth Bogart nos entrega en este primer largo concebido como tal una nueva colección de canciones con sonido Spector que nos hacer viajar a las películas queer de los 70, con rock and roll de fondo, eso si. Quizás su tono haya perdido algo de descaro, pero todavía hay grandes dosis de frescura en las directas "Lover's Lane", "He’s Coming Back" o "Tonite Tonite".
"Under cover of darkness", single de avance de este cuarto largo de los Strokes, parecía indicar que la banda de Julian Casablancas quería retomar el pulso de su aclamado debut "Is this it"(2001). Pero, lamentablemente, aunque en este corte casi lo consiguen la tónica general de "Angles" es mucho más dispar, resultando ser un batiburrillo de estilos que no hacen más que despistar a sus fans. Afortunadamente todavía hay algún momento de lucidez, como el citado avance, "Machu-Pichu", "Taken for a fool" o la feliz electrónica de "Games", que podrían tomar como futuro camino a seguir, si es que en lo ya explorado ya no pueden ofrecernos más.
Con bastante acierto se les ha definido en los medios como "la versión londinense de The Strokes", y aunque a estas alturas una copia de los neoyorkinos pueda parecer totalmente prescindible lo que encontramos en este disco son canciones gamberras bastante resultonas y carne de single. "Post break up sex" es la más rotunda e inmediata, pero también funcionan "Blow It Up", "If you wanna" o "Wreckin' Bar (Ra Ra Ra)". ¿Qué esperamos de ellos? Que sigan haciendo buenas canciones y no se dispersen.
Las reinas del garaje pop femenino firman con este tercer álbum su mejor colección de canciones hasta la fecha. Sorprende sobre todo cierto interés por abandonar la inmediatez, claro objetivo en las casi épicas "The other girls" y "Light in your eyes" (ambas de seis minutos de duración) que abren y cierran el disco respectivamente. Pero vuelven a triunfar en su lado menos virtuoso firmando canciones de fácil y deliciosa digestión como "I heard you say", o las retro-punkies "Dance (if you wanna)" y "Take it as it comes".
El neoyorkino Chris Gloves debuta con este primer largo en el que, como apuntaban sus estupendos singles "Funny thing", “Don’t fuck with my money” o "Multimillionair", mezcla con gran acierto electrónica-pop y funky con un resultado que sigue la linea que ya exploró hace unos años el sueco Juvelen. Mucho color y optimismo en un disco que se escucha y se disfruta sin problemas, y se hace corto.
El chillwave ha tenido en 2011 a Millionyoung como uno de sus máximos exponentes. Aunque en su caso se haya desdibujado con pequeñas dosis de synthpop y balearic dance. Electrónica difusa y ensoñadora para bailar con la mente o agitar suevemente la cabeza mientras "Replicants", “Easy Now” o “On On” dibujan la felicidad en nuestro rostro.
El colectivo australiano van ya por su cuarto disco, y a estas alturas necesitaban un pelotazo para volver a estar de moda. "Contact high" y su falsete debería haber sido ese añorado hit, y aunque no lo haya sido tanto nos alegra saber que no es el único temazo del disco. También "Escapee", la delicada "W.o.w." y la dulce "Desert Island" son muy disfrutables, y son motivos suficientes para que sigamos teniéndoles muy en cuenta.
"South Pacific", y (sobre todo) "The Greeks" sirvieron de preaviso de que Is Tropical iban a ser una de las bandas más cool de 2011. Y la llegada del disco plagado de synthpop pegadizo con toques lo-fi nos da alegrías como "Lies" (sin duda su mejor canción) o la hipnótica "Land of Nod", superiores a los singles previos y que nos hacen esperar todavía mayores alegrías para sus siguientes pasos.
El dúo de Sydney formado por Nick Littlemore (también en Empire of the sound) y Peter Mayes van ya por su cuarto disco y su fórmula de pop dance-pop + easy listening vuelve a dar como resultado una buena colección de golosinas pop como "The truth", "Solid ground" o "Everybody" llenas de energía y capaces de cargar las pilas a cualquiera.
Tras el eP "Ladies man effect", el trío de Brooklyn ofrrecen en este primer largo una combinación de sonidos synthpop con detalles chillwave, guitarras shoegaze y pegadizas melodías susurradas por la dulce María Usbeck, consiguiendo ser una especie de versión endulzada de Ladytron. "Can't make up my mind", que recuerda por momentos a Cindy Lauper, es su mejor carta de presentación, pero "Time" o "Secret garden" mantienen el tipo a un nivel parecido.
Las chicas rebeldes de California se recojen la coleta en su segundo largo menos garage que su debut y más orientado hacia el pop de las girl-bands de los sesenta pero sin abandonar sus riffs guitarreros. “Bedroom Eyes” y “Heartbeat” dejaran satisfechos a sus fans de antaño y las más intensas “Coming Down” y “Hold Your Hand” captarán nuevos aliados. Y todos, contentos.
El segundo asalto de Pierre-Alexandre Busson ha resultado bastante menos "inofensivo" que su debut "Away from the Sea"(2009). Pero todavía hay en este álbum logrados momentos de fusión pop con sonidos synth ochenteros como "On a train", "Always on the run" o, nuestra favorita del disco, "Fireworks"(que suena muy Midnight juggernauts). Los amantes del electropop afrancesado pueden respirar tranquilos.
La banda de Manchester que consiguieran el estrellato con su gran debut "X Marks Destination"(2008), mantienen la fórmula de mezclar electro-dance con rock, aunque en esta ocasión hayan pasado más desapercibidos a pesar de que su nuevo repertorio tenga pelotazos como "Shake", "Secret weapon" o "Movement", que no desentonarían con su gran hit "Trash" y dispuestos a hacer botar al personal en discotecas indies. ¿Será que han pasado de moda?
El trío finlandés que toma como nombre de batalla las siglas de "Le Corps Mince de Françoise" practican un electro-pop divertido que juguetea con ritmos break y que está cargado de hits desenfadados como "Cool and bored", "Ghandi" o "Future me", aunque muestren alguna dosis de interés porque se les tome más en serio como en la más minimalista e interesante "We are cannibals". De momento nos divierten mucho, veremos con que sensaciones nos sorprenden próximamente.
historial
fueron nº1
2010 BEACH HOUSE
Teen dream
2009 THE PAINS F BEING PURE AT HEART
The pains of being pure at heart
2008 CUT COPY
In ghost colours
2007 ROISIN MURPHY
Overpowered
2006 LE SPORT
Euro Deluxe dance party
2005 SAINT ETIENNE
Tales from turnpike house
2004 PATRICK WOLF
Lycanthropy
2003 THE POSTAL SERVICE
Give up
2002 THE NOTWIST
Neon golden
2001 THE STROKES
This is it
2000 RADIOHEAD Kid A
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